La tecnología y la mecánica son de las cosas que más han evolucionado estos últimos años. Basta con echar un rápido vistazo a nuestro alrededor para darnos cuenta de que esto es así, y de que, a medida que sigue pasando y pasando más el tiempo, más evoluciona toda la máquina y la tecnología que tenemos a nuestro alcance.
Una de las maquinarias que más se han visto afectadas es el coche. Y, aunque existen cientos de modelos y de motores distintos, al final siempre nos importa lo mismo: si es bonito y cuánto corre.
Vuelta a lo clásico
No hay cosa que más le guste al ser humano que coger algo, trastearlo, trabajar con él y mejorarlo hacia algo mucho mejor, ya sea en funcionalidad, en resistencia o en imagen.
Solo hay que ver cómo eran los primeros coches para darnos cuenta de esto. Antiguamente, los coches eran más grandes y armatostes, y ahora tienen una fisionomía y un interior mucho más elaborado que hace, tan solo, cinco o seis años.
Y esto es así porque el ser humano ama la velocidad y la belleza. Sin embargo, a veces lo nuevo no es suficiente. La belleza no es suficiente. La velocidad deja de importarnos. Y, sin más, retornamos a nuestros orígenes.
Con esto quiero decir que, a pesar de que el mundo del juego cambie, por ejemplo, siempre va a haber temporadas en las que los niños vuelvan a jugar con la peonza. Y es que hay algo en lo clásico que no termina de abandonar nuestros corazones. Hay algo en las cosas que se fabricaron en el pasado que nos llenan el alma y que, tarde o temprano, nos atraen y nos obligan a echar un vistazo atrás.
Y, con los coches, pasa exactamente lo mismo.
Pero, a veces, el avance es más seguro
Cuando el ser humano evoluciona, no lo hace solo porque sea más bonito… sino porque es más seguro o funcional que en su forma anterior.
Fíjate en los amados Nokia. Por ejemplo, todos estamos de acuerdo en que, si se nos cae ahora nuestro móvil, se nos destroza el móvil. Pero también estamos de acuerdo en que, si antes se nos caía nuestro Nokia… se rompía el suelo. Porque era extremadamente resistente, el más resistente que hemos tenido. Pero no tenía otra cosa…
Ahora, los móviles son mucho menos resistentes, pero son mucho más funcionales que en el pasado: tienen más gigas de memoria, tienen una cámara de fotos muy potente, son mucho más finos y manejables, pesan menos… Aquí, es cuando uno empieza a preguntarse: ¿Qué es mejor? ¿La resistencia o la utilidad? Es mejor que decidáis vosotros al respecto, porque yo lo tengo muy claro.
En el caso de los coches, la no evolución puede llegar a ser muy peligrosa
¿Sabes que el primer coche fue inventado en el 1886? ¿Y que el airbag no apareció hasta el 1952? Si bien es cierto que la diferencia entre un coche del 1886 y uno del 1952 es brutalmente abismal (en velocidad y en todo lo que te imagines), ese “pequeño” avance hizo que los coches contasen con mucha más seguridad para sus dueños, que es lo que más me importa a mí, en la realidad.
Solo hay que entrar en esta página de la DGT y leer la fatídica realidad: a pesar de los avances que han integrado al coche (airbags, cinturones, cabeceras de asientos…) los accidentes siguen pasando, y las personas, desgraciadamente, siguen falleciendo.
Por lo tanto, hacer nuestros vehículos cada vez más seguros es algo que impera en nuestro planeta, así como el responsabilizarnos durante la conducción. Porque, si no lo sabías, muchos de los accidentes ocurren por despistes, por ir con el móvil, por tener la música muy alta o por ir conduciendo mientras hablamos con el compi que tenemos sentado a nuestro lado. Y es que, mientras el despiste siga estando presente en nuestras vidas y no nos hagamos realmente conscientes de lo peligroso que puede llegar a ser conducir con otras cosas en la cabeza… los accidentes seguirán pasando aunque blindemos el coche contra todas las posibilidades posibles.
La ley actúa
El Estado se ha hecho consciente de todo esto y ha empezado a actuar. Y, a pesar de que los coches clásicos son realmente preciosos, es cierto que no cuentan con todo lo necesario para poder conducir de forma segura, ni para quien conduce ni para el resto de coches que circulan por la carretera.
Por ello, el Estado ha impuesto una serie de normas que todo coche debe incluir para poder conducir, una serie de seguridades que todo coche debe tener para que sea “legal” que pueda ir por la calle.
Piensa en esto: suponte que tienes un precioso coche impala del 67. Ese coche negro, delgado y largo que levanta más de una mirada cuando pasa por la carretera. Puede ser todo lo precioso que tu quieras, pero, si no tiene todo lo que la ley estipula que ha de tener, no deja de ser un coche para ver aparcado en un garaje. A no ser que quieras arriesgarte a conducir y que te pillen, claro está. Pero eso ya es responsabilidad tuya. Y de los demás, no se te olvide.
Ahora, la homologación es imprescindible
La homologación es un papelito que va a confirmar que tu coche, sea lo antiguo que sea, cumple las normas nacionales, europeas e internacionales necesarias para poder matricular el vehículo y que puedas conducirlo.
¿Y cómo se comprueba? Pues así, mediante pruebas y ensayos que van a comprobar que tu vehículo cumple con todo los requisitos necesarios, tanto en protección al medio ambiente (es decir, que no heche al exterior mucho humo por el tubo de escape), seguridad activa y pasiva (o lo que es lo mismo, airbags y cinturones) y requisitos de fabricación (porque cada coche es distinto y, lo que necesita el 4×4 del vecino no es lo que necesito yo, que llevo un impala del 1967).
Si quieres saber todos los requisitos y normas sobre la homologación, puedes visitar este enlace del BOE e informarte de primera mano.
Desde Gestecnica nos informan que la homologación es un tema cada vez de mayor actualidad, porque no nos imaginas la cantidad de coches que hay en circulación. Nos comentan, además, que la vuelta a los gustos clásicos está más presente que nunca, por lo que, si vas a adquirir uno, acuérdate de verificar que esté homologado.
¿Por qué es tan importante homologarlos? Hablemos en cifras sobre los accidentes y nuestro medio ambiente
Los accidentes son aquellas circunstancias que todos queremos mantener bien lejos de nosotros y de nuestros seres queridos. Y es que no hay nada peor que nos llamen a cualquier hora para informarnos de que tal o cual persona acaba de sufrir un accidente de tráfico. Automáticamente, nuestra mente se suele poner en lo peor. Y esto es absolutamente normal, y espero que jamás te pase, porque yo lo he sufrido.
Te hablo en cifras, y cito textualmente de un estudio directo del Gobierno: “Los accidentes de tráfico se cobraron la vida de 1.004 personas el pasado año. En 2021 se produjeron 921 siniestros mortales en las carreteras españolas en los que fallecieron 1.004 personas y otras 3.728 resultaron heridas graves. Son un 9% menos que en 2019 y es el segundo mejor año de la serie histórica”. Gracias a Dios, como bien has podido leer, la tasa de mortalidad ha sufrido una bajada. Y esto es maravilloso, porque los accidentes se cobran la vida de muchas personas al año. Demasiadas.
Nuestro deber cuando nos ponemos detrás de un volante es ser conscientes del peligro real que conlleva la conducción, ya sea de forma responsable o temeraria. Porque no podemos olvidar que, incluso cuando conducimos de forma responsable, podemos sufrir accidentes (aunque sean por terceras personas).
Trabajar para que nuestro coche sea seguro es una responsabilidad no solo del Gobierno, sino de todo aquel que tenga un coche y lo ponga en la carretera. Si no lo haces por ti… hazlo por dejar más tranquilos a tus seres queridos y que nunca reciban esa llamada.
Pero esto no es lo único: en un mundo donde la contaminación ha llegado a su máximo histórico, cuidar el medio ambiente y lo que vertemos a él sigue siendo primordial. Y precisamente por eso se trabaja a toda máquina por una reducción de emisiones en todos los vehículos. Porque, mientras los tubos de escape (¡e incluso los neumáticos!) sigan vomitando el medio ambiente sin ton ni son partículas mega contaminantes para nuestro planeta, da igual lo que nosotros hagamos, porque va a seguir pasando.
Por eso es tan importante seguir implantando mejoras para la contaminación en los vehículos… y por eso, aunque resulte muy pesado tener que comprobarlo, resulta imprescindible homologarlo y comprobar que nuestro coche cumple con todos los requisitos demandados por el Estado.
Tanto para nuestra seguridad… como para la seguridad del mundo en el que vivimos, que tiene que durarnos muchísimos años más.