Este año se llevan espacios armoniosos, estancias integradas entre sí de manera fluida, diseños redondeados, baños extravagantes, sofás de aspecto mullido, espejos curvos y mesas asimétricas.
En el ámbito cromático, lo mejor es apostar por los tonos neutros, como los blancos, el beige y los tonos tierra. Pero siempre habrá espacios para pequeños puntos de color más llamativos.
El blanco es luminoso, unifica espacios y da amplitud. Además, combina con cualquier color, desde los más intensos a otros más suaves.
Este año también se llevará el blanco roto, ya que combina a la perfección con los tonos grises y es ideal para las habitaciones porque crea un ambiente relajante. Este tono no se aprecia cuando le da la luz, pero se nota cuando añadimos otro color.
El gris claro aporta luz, amplitud y calidez. Para no perder nada de luminosidad elige un mobiliario de color blanco.
El beige transmite tranquilidad y no resulta estresante. Opta por esta tonalidad para decorar tu habitación o el salón.
Desde La Vanguardia informan que «el beige tiene un tono claro y neutro, lo que lo convierte en una opción atractiva para el diseño de interiores. Se considera una forma más cálida de blanco. Por sus similitudes con el blanco, representa serenidad y sencillez».
Los tonos arena emulan los colores de la naturaleza, pero para que no resulte demasiado sobrio, añade una butaca en azul. Este color transmite calma, calidez y paz. Si el estilo de tu salón es moderno, aplica esta tonalidad en textiles como los cojines o el sofá.
Para encontrar la armonía, te aconsejamos la regla 60-30-10. Manuel Delgado, Interior Designer Manager, explica que «en interiorismo utilizamos los colores como un medio para trasmitir o comunicar emociones concretas».
«Así, podemos crear dos tipos de espacio en nuestros hogares: espacios de contraste, para crear mayor dinamismo, o espacios de armonía, para generar sensación de equilibrio», señala.
Los interioristas de la empresa Sebastián Bayona también utilizan la regla 60-30-10. Estos profesionales me explicaron que podemos escoger un color que sea el protagonista de la estancia, presente en el 60% del espacio, al que le siguen dos colores para el 30 y el 10% restantes, respectivamente.
También me aclararon que esta regla solo es apta para las decoraciones minimalistas, sencillas y acogedoras. Si quieres aplicar esta fórmula debes evitar un estilo rococó.
El color predominante suele ser un tono suave, como el gris claro pero los más clásicos optan por el blanco o el beige. Este color se utiliza en paredes, sofás, grandes muebles o butacas.
Con este truco consigues que los toques de color todavía resalten más. El segundo tono está presente en el 30% de la estancia: cortinas, butacas o ropa de cama.
Antes de elegir un color debes saber las
sensaciones que transmiten y las posibles combinaciones para crear la armonía buscada. Si no quieres arriesgar puedes jugar con una paleta del mismo color y sus distintas intensidades, como pueden ser el azul o el verde.
Delgado explica que existen tres factores que pueden ayudar a la hora de escoger las tonalidades. «Lo primero es definir qué actividades o acciones voy a desarrollar en ese espacio. En consecuencia, con estas actividades lo segundo sería identificar qué emociones o estímulos quisiera sentir cada vez que estoy allí».
El tercer factor es ver qué colores «se ajustan más a todo ello que estoy buscando y en qué proporciones debería utilizarlos con base al gusto personal», añade el experto.
Otra de las opciones es escoger colores complementarios, es decir, los que se ubican en posiciones opuestas, como el verde y el morado, o el azul y el naranja.
Estos colores son idóneos para el tercer tono de la norma, por lo que puedes utilizarlos en detalles y complementos decorativos: cojines, mantas, cortinas…
El verde es recomendado en dormitorios por transmitir tranquilidad. Este color invita al descanso, al relax y nos pone en conexión con la naturaleza.
Esta tonalidad combina a la perfección con el blanco o el beige. Para la pared del cabecero puedes elegir un verde matizado para que aporte más luminosidad y amplitud.
También puedes optar por un verde oliva, ya que con este color conseguirás un espacio elegante y sofisticado. Además, combina a la perfección con las maderas, el latón y los grises muy claritos.
El amarillo puede ser el más adecuado para decorar un despacho. Delgado aclara: «el amarillo o naranja estimulan la creatividad y nos mantienen animados y despiertos».
«Es recomendable para diseñadores, fotógrafos, arquitectos que trabajen en casa, por ejemplo, ya que también ayuda a desarrollar las capacidades cognitivas estimulando la creatividad», concluye.