¿Es un pájaro? ¿Es un avión? No, es el flamenco, no el que vuela por las marismas, es que resuena a su paso con el taconeo. Para muchos un arte, para otros una forma de vida. Los amantes del flamenco tienen un sentir diferente, de eso no hay duda. Sienten ese arte que en sus venas y lo muestran a base de zapatazo y palmas para llevar el compás. Aunque todavía existen muchos que no comprenden este baile tan castizo y la música que lo acompaña, el flamenco es emblema de nuestra tierra. Desde oriente copian y emulan nuestro peculiar arte. Son incontables los turistas que, gracias a servicios de guía turístico como Visitours, expertos en la provincia de Andalucía y amantes del flamenco, pueden acercarse a esta forma de vivir y sentir.
El flamenco no un arte nuevo, pero si es un arte vivo. Este hecho, es sin duda lo que hace que sea un arte muy especial. Tradición y cultura que han evolucionado con el paso del tiempo. Su modernidad no deja perder su esencia y los artistas flamencos han sabido perfectamente adaptarse a las nuevas audiencias, aportando su toque personal y particular a otros géneros y estilos musicales.
Si nos remontamos a sus orígenes, el flamenco se inició en el siglo XVIII en las ciudades y villas de la zona sur de España. Se cree que fue el barrio de Triana el lugar que lo vio nacer. Sus influencias del pueblo gitano y la mezcla aportada por otras culturas como la fenicia, judía, musulmana o griega, hacen pensar que sus orígenes son anteriores. Históricamente hablando, en la época romana, ese Cádiz de la antigua Hispania ya contaba entre sus festejos con bailes y canciones asociadas con el flamenco.
A partir del siglo XVIII, no obstante, no empieza a cobrar relevancia y hacerse con un nombre propio que se abría paso en nuestra tierra. El quejío evoluciona de tal manera que entre los años mil ochocientos sesenta y mil novecientos diez, viven su época dorada. Nacen y crecen los cantes acompañados por la guitarra española que, se convirtió en el instrumento fundamental de cante y baile flamenco.
Un paseo por el flamenco
Resulta innegable que este arte musical ha ido creciendo en madurez y personalidad. Una vez pasada esa época de esplendor del taconeo, surge una etapa musical que dura desde el año mil novecientos diez hasta mil novecientos cincuenta y cinco y se denomina como la época de la ópera flamenca. En estas décadas, predomina el cante y se produce una oleada de contantes flamencos que proceden, curiosamente de América Latina.
A partir de mediados de siglo XX, se produce un renacimiento, de la mano de artistas como Antonio Mairena y sus bailes en el tablao flamenco. Durante esta época, el flamenco sufre una expansión que lo lleva a los tablaos de festivales, teatros y todo tipo de escenarios.
Los años setenta, trajeron a España un gran cambio a nivel político y social que se vio influenciado por los estilos musicales que llegaban de Europa y Norte América. Estos cambios, influyeron de forma directa en este arte tan español, creándose lo que se denominó como fusión flamenca.
Para los acérrimos devotos del flamenco, el nombre de José Antonio Pulpón (representante musical) y el cantaor Agujetas (Manuel Molina), seguro que les suena. El primero pidió al segundo una colaboración entre él y el grupo de rock andaluz Smash. Esta peculiar fusión musical, dio como resultado esa primera fusión flamenca que propició la colaboración de muchos artistas que conjugaron sabiamente sus talentos y estilos. Paco de Lucia y Camarón de la Isla, dejaron atrás el conservadurismo vivido en la anterior época flamenca en la que Mairena era el rey.
Los nuevos tiempos se imponían y el buen saber de Camarón, le llevaba a ser conocido por sus diferentes fusiones con otros estilos musicales, dejando canciones archiconocidas mezcladas con jazz o música caribeña al mismo tiempo que permitía la inclusión de nuevos instrumentos en su música.
Pasando por la fusión flamenca, llegamos al nuevo flamenco al que puso voz La Jurado que no hacia otra cosa que cantar copla con bata de cola, aunque en numerosas ocasiones, la cambiaba por vestidos de noche con más glamour que arte. Sin embargo la voz de la más grande hizo suyas canciones con aires flamencos que quedaron para la posteridad enmarcadas en esa nueva tendencia que acercaba el arte flamenco a los menos acérrimos.
Por otro lado, encontramos el purismo de Enrique Morente que se dejó influir por los ritmos mas roqueros. Los ochenta no solo venían marcados por la movida madrileña: numerosos artistas de la misma, sentían profundo interés por el flamenco y utilizaban sus ritmos en los temas que componían. Artistas como Ketama o Ray Heredia, acuñaron con propiedad ese término que La Jurado quería hacer propio: el nuevo flamenco. Este nuevo aire más ligero para todos, era el que utilizaban los artistas emergentes que se apoderaban de las técnicas vocales del flamenco para aportar personalidad a sus temas musicales o, eran descendientes de los artistas flamencos más reconocidos. En cualquier caso, sus fusiones se alejaban de forma notable de lo que hasta el momento, se entendía como flamenco.
Artistas como Rosario Flores o Malú, todavía con gran presencia en la escena musical, José Mercé o El Cigala, reconocidos a nivel internacional, lograron que su arte alcanzara el estatus de flamenco, y su fusión musical se englobara como parte del mismo. Esto sucede en las últimas décadas, donde la fusión predomina sobre el purismo, aunque todos sabemos que la fusión flamenca, el nuevo flamenco o flamenco contemporáneo, se aleja mucho de la concepción clásica del arte puro.
El flamenco ahora
En los últimos lustros y en la actualidad, la corriente del nuevo flamenco ha cobrado una dimensión internacional similar a la que tienen otros estilos. Las fusiones entre trap o reggaetón con este nuevo aire flamenco cobran mayor protagonismo de la mano de artistas que, como Rosalía, parten de una base flamenca en la que la estética y coreografías dejan entrever ese aire propio del flamenco, pero sin mostrarlo en todo su esplendor. Seguidora de una corriente ya existente, esta peculiar artista es el claro ejemplo de como el flamenco sigue de actualidad y evoluciona.
Es posible afirmar que el flamenco ha evolucionado de tal manera que puede pervivir entre otros artes. Dicha evolución ha derivado en numerosas corrientes entre las que se encuentran los más puristas que defienden esa concepción cercana a los orígenes de su arte y los más contemporáneos que defienden la evolución a merced de la fusión con otros ritmos. En cualquiera de los casos, ambas corrientes y sus subcorrientes, tienen gran importancia para nuestra cultura. Dar a conocer los ritmos y la riqueza propia que contiene este arte es algo indispensable para mantener viva la cultura popular.
La importancia del flamenco es tal que el interés por su promoción y conservación convino que fuera declarado como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en el año dos mil diez. Siendo así, la Consejería de Cultura de Andalucía cuenta con numerosas asociaciones que se encargan de dar a conocer este arte. Por si fuera poco, el año pasado, el flamenco fue incluido dentro de los planes de estudio de los colegios públicos, sin olvidarnos de que existe una cátedra en flamenco para los más inquietos y ávidos de sabiduría popular.
No podemos terminar este artículo sin hacer alusiones a los diferentes palos o estilos que hacen del flamenco un arte excepcional. A todos nos suenan aunque no tengamos muy presente que cada uno de ellos, forman parte de un todo. Empezando por las Sevillanas que son el palo más conocido pero menos flamenco de todos, siguiendo por las Bulerías, más alegres y divertidas, con un ritmo más rápido y oportuno para cerrar las fiestas flamencas. De ahí nos vamos a la Soleá, uno de los bailes más típicos, triste y melancólico por su compás más lento. Desde Cádiz, llega el palo más longevo y con mayor trayectoria, las Alegrías, con un ritmo alegre y marcado, sinónimo de festejo a la vez que elegante y suave. Tangos, Seguiriyas y Farruca, son otros de los palos del flamenco más purista.
A partir de ahí, las diferentes fusiones y oportunas combinaciones de ritmos, han dado como resultado infinitas versiones de un mismo arte. Todas ellas tienen en común su esencia y ese aire primitivo. Sin embargo los estilos más modernos se acoplan de manera excepcional a los ritmos más antagónicos dando como resultado elegantes composiciones que pueden bailarse y escucharse sin que te entusiasme el flamenco más puro.
Para muchos amantes de la música y el baile, el flamenco resulta difícil de entender. Si nos acercamos a los artistas más puristas, sobre todo los del siglo pasado, nos damos cuenta de que se trata de un arte que, dado su carácter y esencia, es difícil de comprender, como puede suceder con un artista plástico cuyas obras, no acaban de encajar. Sin embargo, gracias a las fusiones y la evolución de su parte purista, el flamenco ha llegado a mucho más público que disfruta enormemente de los artistas flamencos del momento.